Al haber mermado sus fuentes de ingresos, algunas empresas necesitan levantar liquidez para poder continuar con su actividad habitual. Otras planean ampliaciones de capital para llevar a cabo adquisiciones oportunistas. Son estas últimas las que mejor han hecho frente a la pandemia.
El banco de inversión JP Morgan prevé que la actividad de captación de capital en 2021 vuelva a centrarse en el crecimiento inorgánico, con operaciones de M&A (fusiones y adquisiciones).
Otra vía de conseguir financiación es a través de la venta de algún negocio no estratégico por parte de grandes corporaciones.
La inyección de liquidez en el sistema no se ha destinado a inversión, ya que sólo se han otorgado el 4,8% de los créditos del ICO con este fin.
Los ERTES y los préstamos del Instituto de Crédito Oficial con avales del Estado han solucionado los problemas de liquidez de las empresas a corto plazo, pero el alargamiento de los plazos (de 12 a 24 meses de carencia de ICOs y de 3 a 8 años de vida de los préstamos) ha convertido el endeudamiento en sobrendeudamiento y en deterioros estructurales de balance. Estas fuentes de financiación han supuesto dinero barato para las empresas.
El requisito a cumplir para recibir un préstamo es que la PYME o el autónomo no haya entrado en mora ni en causa de declaración de procedimiento concursal. Las empresas que no han utilizado deuda anteriormente, si operan en sectores afectados por la COVID, no pasan los comités de riesgos de los bancos. Por eso a estas empresas no les llega la liquidez. En cambio, los bancos han utilizado estas líneas para refinanciar posiciones ya existentes y así el 80% del riesgo lo asume el Estado. En total se recibieron más de 115.000€ de financiación y se aprobaron casi 959.000 préstamos.
El 99% de las empresas que recibieron financiación son autónomos y PYMEs.

Resultados 3Q 2020 BBVA, Santander, Sabadell, CaixaBank, Unicaja.
*Excluye TSB.

En algunos casos, los ICOs y los ERTES han hecho que se aplacen los concursos de empresas. Dentro de las que entran en concurso, aproximadamente un 90% de ellas acaba en liquidaciones.
Antes de llegar a esta situación y si los bancos acreedores de una sociedad reclaman la amortización de la deuda, la solución es pedir una quita importante. En este caso el banco se quedaría en prenda las acciones de la sociedad y, si no llegan a ejecutar, no provocan que la empresa en cuestión tenga que declarar el concurso.
Es en este punto donde entran los fondos de deuda, players relativamente nuevos en el sector financiero. Si parte de la actividad de una empresa es viable se puede financiar el circulante, casi siempre o siempre de la mano de la negociación de una quita con los bancos acreedores.
El precio por este tipo de financiación puede rondar el 12% de coste anual, y se descuentan las facturas en base de la solvencia del deudor. Se trata de un crédito contra una línea de actividad que es recurrente. El recurso sobre los contratos es complejo, se hace una cesión global de los contratos.
Lali de Juan y Marta Clemente.